Resumen
Como Vallejo y Neruda, nuestro poeta mayor, el puertorriqueño Luis Palés Matos (1898-1959) tramonta varios ciclos de la poesía hispanoamericana del siglo veinte, al incursionar en el modernismo (Azaleas, 1915), el posmodernismo (Canciones de la vida media, 1925), la vanguardia (Tuntún de pasa y grifería, 1937, 1950) y la posvanguardia (los poemas del amor y la muerte del ciclo de FilíMelé, 1949-1959). Palés tiene el enorme mérito de estrenar en las Antillas hispánicas, a partir del Tuntún, una concepción poética que constituye nuestra primera respuesta a la búsqueda de la especificidad caribeña, a la vez que el primer movimiento literario antillano en internacionalizarse: la negritud. Dice Palés en su novela Litoral: reseña de una vida inútil (1949), que de niño le sobrevino la premonición del fracaso en un sueño que se convertiría en visita constante de sus noches: se soñaba cazador de garzas en un terreno pantanoso que le impedía moverse para cobrar las piezas ganadas por la puntería de su escopeta. El soneto “La caza inútil” revela el sentido simbólico de las aves del sueño de Palés: son las palabras fugitivas, que se niegan a rendirse, las que obseden al poeta cazador. Hacia el final de la obra palesiana la autorreferencialidad se constituye en motivo obsesivo, al plantearse el poeta la posibilidad misma de la poesía. En estas sus confesiones sobre la futilidad de la escritura late, paradójicamente, el mayor triunfo poético de Palés, y para gloria nuestra –la patente equivocación de su intuición como soñante.