Resumen
El joven poeta, luego director del periódico La Democracia (Ponce, Puerto Rico), fue en un principio parnasiano y comenzó su labor poética y publicaciones en el Almanaque de las Damas para 1885, publicado en 1884. Sin embargo, abandona aquel tipo de poesía evasiva, afiliada al arte por el arte y a la estética de Théophile Gautier, para quien la poesía debía equipararse a la escultura. Decide, mejor, asumir lo que en aquel entonces se llamaba «la cuerda de bronce», la poesía comprometida y combativa, la poesía satírica que cultivó bajo el pseudónimo Demócrito junto con José A. Negrón Sanjurjo, quien suscribía bajo el pseudónimo Heráclito. Produjeron un libro titulado Retamas (1891). Poemas como «Nulla est redemptio» o «Mens divinior» lo conducen al ámbito del poeta civil en la búsqueda que siempre lo animó: la autonomía política para Puerto Rico, asunto que consiguió como político, pero que la Isla perdió súbitamente al irrumpir la invasión estadounidense en 1898. De aquella decepción, según lo propone Concha Meléndez1, surgió el bello poema titulado «Sísifo» (1898), aunque a mí me parece más una alegoría del Poeta tras el ideal, como se revela al final del poema:
En ese
símbolo amargo de la estéril lucha,
de la gloria pueril, jamás completa,
y del dolor, eterno como el mundo,
está toda la gloria del poeta.2