Resumen
Sé que al hablar de la revista Cupey deberia comenzar por el principio, el concepto inicial, las etapas de su desarrollo, etcétera, pero no lo haré. Ya a estas alturas soy una revistera de oficio (Zona de Carga y Descarga, Palabra de Mujer y ahora Cupey) y volver la cabeza hacia atrás para revisar tantos años transcurridos me produce el vértigo que me produce asomarme a la calle desde lo alto de la torre del Empire State Building en Nueva York. Simplemente, uno no sabe por qué ha trabajado tanto y para qué, y un cansancio implacable comienza a corroer mis huesos hasta producirme tanta debilidad, que no dudo mis piernas van a desmoronarse como se desmorona una torre de dominós o un castillo de arena. Pero aquí estoy para hablarles de Cupey (sentada, menos mal) y debo hacerlo porque dije que lo haría, de modo que ni modo.
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