Abstract
La lectura de este primer poemario publicado del autor, nos revela un auténtico decir poético, que lucha entre la fidelidad a la vivencia y la cobertura lírica, entre la expresión de una intimidad conflictiva y una forma que debe recogerla y, en ocasiones, reorganizarla para que sea posible contarla en clave lírica. Esta tensión, este difícil contrapunto se apoya en una gran sinceridad, en un profundo deseo de no caer en más trampas, de no vestir más disfraces. De esta dialéctica, quizá no buscada de manera consciente, podemos extrapolar estas obsesiones: la niñez ida, un eros dominante y el mar como testigo.
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