Resumen
El impulso tan inevitable de narrar puede aparecer como problemático sólo cuando una cultura se halla silenciada o callada. Frente a la imposición del olvido y a la reconciliación amnésica del relato del poder, muchas de las mejores novelas de las últimas décadas en la Argentina, ejercieron una obstinada interrogación sobre la historia nacional y polemizaron, en muchos casos, en el momento en que no era preciso decir.1 Producir fisuras y generar una escritura disidente y alternativa a la docta versión oficial que, al mismo tiempo, diera cuenta de los fragmentos trágicos e inhumanos de nuestra historia, son quizás algunas de las notas centrales de la producción narrativa de estos últimos años. Novelas como Recuerdo de la muerte (1984) de Miguel Bonasso, Ansay o los infortunios de la gloria (1984) de Martín Caparrós, La astucia de la razón (1990) de José Pablo Feinmann, Los pichy-cyegos. Versiones de una batalla subterránea (1983) de Enrique Fogwill, El antiguo alimento de los héroes (1988) de Antonio Marimón, La novela de Perón (1985) de Tomás Eloy Martínez, Hay cenizas en el viento (1982) de Carlos Dámaso Martínez, Respiración artificial (1980) de Ricardo Piglia, Daimón (1978) de Abel Posse, Maldición eterna a quien lea estas páginas de Manuel Puig (1980), En esta dulce tierra (1984) o La revolución es un sueño eterno (1987) de Andrés Rivera, El entenado (1983) de Juan José Saer, La casa y el viento (1984) de Héctor Tizón o Cuerpo a cuerpo (1979) de David Viñas, entre otras novelas del período, comparten un tejido común de motivos vinculantes y pueden ser leídas en el contexto de la problematización o interferencia con la Historia.2 Novelas que se desarrollan en el permanente conflicto y tensión entre la imaginación histórica y la imaginación literaria y que promueven en su desarrollo, interrogantes sobre los avatares de nuestra historia nacional. ¿Cómo narrar la Historia/historia? ¿Qué puede decir la ficción literaria de los acontecimientos pasados? ¿Cómo narrar a partir de los blancos y lagunas que deja sin llenar la docta versión oficial? ¿Cómo hacerse cargo del horror? ¿Cómo (re)ordenar esa masa informe de hechos, esa cadena de datos que nos llega como "ruina" textual?3 En definitiva, ¿qué (cuento) cuenta el novelista de la Historia?
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