Resumen
El propósito de estas líneas consiste en reflexionar en torno a la conflictividad de unas denominaciones (y de unas prácticas culturales) que en el filo del milenio han desplazado y confundido las fronteras que la modernidad pretendía mantener vigorosamente en pie: nos referimos a los sistemas de lo "culto", lo "popular" y lo "masivo". La permeabilidad de estas divisiones, que afecta no sólo a los objetos culturales de la posmodernidad —como bien lo ha demostrado Roger Chartier en sus estudios sobre la Biblioteca Azul—1 obliga hoy a la necesidad tanto teórica como empírica de revisar la naturaleza las relaciones "culto"/"popular"-"masivo" en términos de enfrentamiento, y de mirar de otro modo los campos simbólicos donde operan las tres categorías mencionadas.2 Nosotros pretendemos hacerlo en un discurso específico, el de la canción española del 60 (similar a la emergida por los mismos años en Hispanoamérica), a partir de una lectura centrada en algunos "nombres" que, en torno a ésta, acuñaron sus productores, los medios, la opinión crítica en general: "de autor", "nueva juglaría" y "popular", entre otros. El análisis de los mismos pone en escena, creemos, las condiciones de existencia del objeto a que aluden, y revela, simultáneamente, las variables y cruces que, provenientes de campos culturales diversos, operan en la configuración de esta pecular práctica discursiva. En este sentido, los "nombres" ofrecen una puerta de entrada para pensar cuestiones que no alcanzarán a resolverse en estas páginas. Por ejemplo, la ruptura de las relaciones verticales de jerarquía entre lo "culto" y lo "popular" (y, del mismo modo, las existentes entre "escritura" y "oralidad"), específicamente en prácticas como la musicalización de la poesía consagrada por la institución literaria; la discusión en torno a los dominios de lo "popular", extendido más allá de lo "folclórico" (en la acepción conservadora del término), con la inclusión de géneros, digamos, "trasnacionales", como el rock. Al mismo tiempo, aquéllos nos permiten desmontar la dialéctica entre "apocalípticos" e "integrados"3 nacida con la irrupción de la comunicación masiva, y releer ciertos dogmas, que, desde el ámbito de la cultura académica o "superior", condenan indiscriminadamente las producciones mediáticas.
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