Abstract
En este mundo postmoderno, escéptico y desencantado, en que se nos habla del final de la historia y la liquidación de las utopías; en que se consideran anacrónicos los grandes relatos totalizadores que alimentan la memoria histórica y confieren trascendencia al esfuerzo colectivo; en que se atacan los nacionalismos, sobre todo de los países débiles, sin concederles la oportunidad de revisión, en aras de la globalización del mercado; el escritor hondureño Julio Escoto, a contracorriente, pero con plena conciencia de la actualidad, ha publicado una ambiciosa novela totalizadora: Rey del Arbor, Madrugada (Honduras: Centro Editorial S.R.L., 1993). Se trata, entre muchas otras cosas, de una visión englobante de la historia y la épica escamoteada y silenciada de su pequeña nación cuya grandeza resalta trazando su resistencia frente a las poderosas fuerzas extremas e internas que históricamente han querido negarla, humillarla y destruirla.
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