Resumen
De las lecturas que Platón hiciera a los poemas épicos de Homero, derivó el excelso filósofo griego del año 427 a. C., sus teorías sobre la poesía, los poetas y la inspiración. Fue este distinguido discípulo de Sócrates quien llamó a los poetas «encubridores de la verdad mediante los juegos artificiosos del lenguaje». Precisamente por ser falseadores de la verdad, los poetas no tendrían lugar en la República ideal1, a menos que sus creaciones estuvieran encaminadas al bien social, al sumo bien, consecuente con la Verdad, la Beldad y la Justicia. Con esta postura tardía de Platón, ya no tendría sentido la invocación a las musas como aquello de «Canta o diosa, la cólera del pélida Aquileo», pues no será ya una invocación a Calíope, Musa de la poesía, sino una tradición estilística común, conservada aún sin sentido por los poetas hasta más allá de los tiempos de Píndaro y Virgilio.