Resumen
¿Conocéis aquel país de la eterna primavera, donde la naturaleza derramó todos sus bienes, dando a sus moradores el don de la gracia y del ingenio, a sus mujeres la divina traición de los hechizos, donde el cielo es siempre azul, la luz siempre diáfana y el aire guarda cauteloso los murmullos de la recatada celosía, donde el amor es tósigo que envenena y mata y la vida se desliza blandamente, como en cauce de flores mojado con lágrimas de manzanilla, entre besos, serenatas, brindis, embriagueces y desafíos…? En aquella tierra que Byron amó tanto, nació Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta de las tristezas infinitas vio la primera luz en la mansión de las alegrías orgiásticas.
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