Resumen
Luce López–Baralt y Arturo Echavarría –filólogos ambos, bibliófilos ellos y doblemente «amantófilos», como pareja y por las raíces latinas y griegas del palabro– nos han traído a Sevilla Luz sobre Luz y La isla en el horizonte, respectivamente, dos nuevos libros de creación, dos criaturas alumbradas frente al mar en su casa de San Juan y que uno imagina como sus bibliotecas, fundidas en una sola y anotada por los dos. Por lo tanto, si dentro de cien años los investigadores que consulten los volúmenes de su biblioteca denominarán «López–Baralt–Echavarría» la autoría de los apuntes de los márgenes de las páginas –igual que las canciones de Lennon-McCartney–, a mí me haría ilusión desde ahora, referirme al trabajo de ambos como el fruto de una creación única, maravillosa, singular e irrepetible, pues cada uno de ellos no sólo es el primer lector del otro sino el primer fan y el primer crítico, el primer corrector y el primer reseñista, el primer editor y el primer jefe de prensa.