Resumen
Los dos amantes felices descansan al abrigo del bosque; el viento de repente gime en la espesura, y Osaní despierta del sopor en que yacía. La Luna ha derramado al través de las hojas su tenue luz sobre el semblante de Zarima: Osaní estático la contempla por un momento; ve que su pecho se conmueve a la influencia de una ilusión misteriosa, y deposita en sus labios un ósculo de paz, creyendo volver así al seno de su querida la calma que le niegan los espíritus invisibles del sueño.
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