La castración en la representación de la identidad nacional puertorriqueña

Resumen

Hasta mediados de los años setenta, René Marqués era seguramente el escritor puertorriqueño vivo mejor conocido dentro y fuera de Puerto Rico (al igual que Palés Matos lo era, de los muertos). Ello se debía en gran parte a la astucia que desplegó el escritor para darle publicidad a su obra, a la vez que se presentaba a sí mismo como el crítico más acerbo de la sociedad puertorriqueña contemporánea, la del Estado Libre Asociado, condición que aumentaba, naturalmente, el prestigio de la obra vocero de esa crítica. El teatro y la cuentística de Marqués se caracterizan por un existencialismo de segunda mano, cierta angustia a la Unamuno por la ausencia de Dios, y una decidida añoranza por el tipo de pasado que suele llamarse patriarcal, mas disfrazado de nacionalismo; marco de preocupaciones donde no cabían las de los puertorriqueños de los setenta, de ahí que para esas fechas, su obra no pesaba en la vida cultural de las nuevas promociones, o para ser más exactos, no pesaba tanto como en la década del 50 y en los primeros años de los sesenta ... se leía más ... pero se leía con el respeto un poco monótono que tienen algunos "clásicos nacionales". Es el ensayo de este crítico del cual proviene la cita anterior, aparecido en 1979, el que inicia, sistemáticamente, porque explica los cimientos de la obra de Marqués, la necesarísima tarea para la cultura puertorriqueña, que había vivido encandilada por ella por muchos años, de criticarla.