Resumen
El residente urbano a través del tiempo ha manifestado una inquietante ambivalencia sobre la que ha sido su creación mas preciada y significativa en la historia: la ciudad. Ha insistido que esta constituye la fuente de la civilización y ha moldeado su lenguaje para reflejar tal posición. Se ha lamentado de que la ciudad produce corrupción y ha tronado contra su influencia maligna. Le ha maravillado la belleza de sus altas estructuras pero le han repugnado sus casuchas. Ha resentido sus cambios y ha buscado forma de perfeccionarla. Esto ha producido en años recientes más críticos que defensores, algunos de los cuales hasta han cuestionado el derecho de la ciudad a persistir, o han propuesto grandes cambios como condiciones para la sobrevivencia en la ciudad. Pero esta, desafiando las predicciones y los juicios adversos, ha seguido creciendo, trayendo consigo el proceso cambios en su estructura y en su esencia. Esto ha llevado algunos observadores a sugerir que la cuestión no es ya; ¿debe existir la ciudad? sino ¿persistirá la ciudad? ¿Estamos en el umbral de una era que superara la ciudad?