Resumen
Recientemente, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó un nuevo Tratado de Alta Mar (titulado oficialmente Acuerdo en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar relativo a la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional) en junio de 2023, tras casi veinte años de lo que se ha descrito como “Las conversaciones más importantes de las que nadie ha oído hablar”. Si se ratificara, ofrecería nuevas e importantes herramientas para la conservación marina. Sin embargo, en la literatura sobre ética medioambiental, especialmente en Norteamérica, se ha prestado poca atención a las negociaciones o a su conclusión. Analizo las posibles razones por las que el Tratado de Alta Mar ha suscitado tan poca atención entre los filósofos del medio ambiente. A continuación ilustraré las lagunas de los actuales regímenes policéntricos de gobernanza marina con la difícil situación de la anguila americana. Tras analizar el mecanismo que ofrece el Tratado de Alta Mar para proteger las zonas de desove de la anguila en el Mar de los Sargazos, plantearé la objeción de que el Tratado de Alta Mar hace muy poco para unificar la actual naturaleza policéntrica de la gobernanza de los océanos y, por tanto, muy poco para garantizar una gestión marina justa y equitativa. Argumentaré que, según el enfoque de Jonathan Wolf de las “capas de justicia” de las normas de cooperación internacional, no tiene por qué ser así. Suponiendo que se ratifique el Tratado de Alta Mar, podríamos dejar de preocuparnos y aprender a amar (o al menos a convivir con) la gobernanza marina policéntrica.Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0.
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