Resumen
Intento vaciar un poco el alma de lo acumulado en su interior a lo largo del trayecto que me he visto obligado a recorrer durante 17 años, 3 meses y 3 días. El propósito: despojar al Sistema Carcelario de la máscara que le permite actuar falsamente como una entidad benévola que busca y propicia el bienestar de los que habitan en su interior. Trato de mostrar al menos un poco de su verdadero rostro, despojarlo de su santidad y dejar a la intemperie su maldad y su distanciamiento con la Rehabilitación, propósito original para lo que se creó este Departamento. Intento llevar los ojos del lector a través a la falta de compromiso que posee el 87% por ciento de los seres que se supone trabajen por salvar al hombre para que no delinque otra vez y lo capaciten para reintegrarlo adentrarlo a la sociedad. Mi voz se alza en el silencio de estas palabras escritas para denunciar que las cárceles no son las entidades curativas que pretenden ser, sino que son un alcantarillado de enfermedades, de esas que ahogan el espíritu y estrangulan el alma hasta que ya no queda cuerpo para habitar. Sí, las cárceles no son el remedio, nunca lo han sido. Solo son un medio para liberarse de un problema inmediato y de enviar propaganda dirigida a lavar el cerebro del pueblo para endiosar al gobierno de turno. El éxito de los gobernantes de nuestro país no se mide con los logros de la generación estudiosa en crecimiento, sino con la aparente baja en la criminalidad, los arrestos y los encarcelamientos prolongados. Su aparente éxito es el fracaso de nuestra sociedad. Más: es el fracaso de nuestra humanidad. El individuo que delinque no necesita ser condenado, sino educado; no necesita corrección, sino educación. Necesita que se le ayude a destruir las paredes en las que aún creyéndose libre ha estado encerrado. Necesita que se le muestre el universo de posibilidades y alternativas que se le han ocultado. Este escrito tiene el firme y único propósito de gritarle al mundo libre, a los que tienen oídos para escuchar y entendimiento para entender, a aquellos que poseen el poder para generar cambios, que el individuo que delinque, el preso, el prisionero, el convicto, el confinado, pero sobre todo, el Hombre detrás de todos esos nombres, no necesita más cárceles, sino más escuelas con una mejor y verdadera educación.
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