Resumen
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 es un meta relato con
el cual hemos vivido hasta el día de hoy. La misma se convirtió en un estándar contra el cual los
Estados de derecho nacionales [llamados domésticos o municipales] fueron evaluados. Por
varias décadas los mismos se impusieron como un relato a seguir, tanto por el Estado, como por
la llamada sociedad civil. No obstante, en la pasada década (2010 a 2020) ha surgido un
cuestionamiento válido a la supremacía y relevancia de los derechos humanos en el mundo como
un estándar de la humanidad. Ha surgido un tipo de pragmatismo simple en nuestro entendido
de la aplicación de los derechos humanos. Varias instancias han forzado esta discusión, entre
otras: la emergencia de las redes sociales como una narrativa dominante de sociedad civil en
movimiento. Por otro lado, el surgimiento de lo que se conoce como el lawfare, como forma
injustificada de destruir reputaciones a expensas del sistema de justicia criminal. De otra parte,
la continua utilización del aparato del Estado para destruir vidas, personas y Estados, a cambio
del capricho político del Estado. Estos ejemplos merecen repensar la narrativa de los derechos
humanos, y plantear su valor y posición universal en la tercera década del Siglo XXI.