(Mayagüez, 1897?-1918?). Los datos biográficos de este poeta son escasos. Según Josefina Rivera de Álvarez, su obra se recoge en los poemarios Crepúsculo (1905), Aurora (1906) y Bohemias (s. f.)1. A decir verdad, Aurora es un texto en prosa en el cual se observa el tema de la fe en el progreso positivo de la humanidad. Ese texto podría insertarse en la tradición romántica de los viajes de anábasis que entronca con Apuleyo (El asno de oro) y Dante Alighieri (La divina comedia), y que retoma Gérard de Nerval en Aurelia (1854). Una vez en la cúspide del viaje sideral, el protagonista de la narración de Avellanet Mattei observa la visión del futuro tal como el fantasma se lo muestra:
Había penetrado en un nuevo mundo.
Ruido de muchas maquinarias; cánticos de obreros ejercitados en su labor; notas de clarines que solfeaban el himno de la fraternidad, recrearon por un instante mis oídos.
Vi hermosos buques mercantes, muchas industrias florecientes, muchas fábricas en movimiento; muchos brazos ocupados y mucha abundancia en los hogares.2
1890 a 1900 es la década del siglo XIX en la cual se celebren escritores como Augusto de Armas (poeta cubano-parisino parnasiano), a quien se publicó – en la prensa boricua– en español y algunos versos en francés, así como de otros escritores como José María Heredia y Théophile Gautier. En ese momento, un grupo de escritores puertorriqueños escribieron poemas afiliados a la tendencia modernista: Rafael del Valle Rodríguez, Ferdinand R. Cestero, Eugenio Astol, Mariano Abril (levemente), Lola Rodríguez de Tió, Luis Muñoz Rivera y Francisco Gonzalo (Pachín) Marín. Junto con ellos seguirán publicando sus traducciones y poemas el venezolano Miguel Sánchez Pesquera y José A. Negrón Sanjurjo, en quienes se ha observado atisbos del modernismo. A ellos se unió Ernesto Avellanet Mattei. Los poemas que siguen están, evidentemente, afiliados al primer modernismo evasivo. Josefina Rivera de Álvarez lo cataloga como romántico con transición hacia el modernismo y cita a José Joaquín Ribera Chevremont, quien recordaba la lectura del poema titulado «El poema de las rosas» en una de las veladas bohemias en San Juan3. En los versos de «Cantar de ensueños», adelanta Avellanet Mattei los metros que utilizará Jesús María Lago en «La princesa Ita-Lu» (sonetos octonarios, de dieciséis sílabas), así como los patrones rítmicos que utilizan posteriormente muchos de los poetas modernistas en Puerto Rico: el tetrasílabo trocaico que también utilizó José Asunción Silva en su más famoso «Nocturno» y antes Juan Antonio Pérez Bonalde para su traducción de «El cuervo» de Edgar Allan Poe. En Puerto Rico Ilustrado, entre 1911 y 1914, se publicaron trece poemas en los cuales este patrón se reitera, contrario a la poesía que se incluye en Crepúsculo (1906), más cercana al romanticismo.
Miguel Ángel Náter, Ph. D., Director
Seminario Federico de Onís, UPR