Resumen
La mayoría de los estudios realizados sobre la novela Niebla de Unamuno suelen aludir, de forma más o menos vaga y general, a la presencia de ciertos relatos intradiegéticos, incrustrados en la trayectoria de la narración primaria de dicha obra.1 Sin embargo, a la hora de evaluar a los mismos, abundan los críticos que no han sabido apreciar con detalle analítico y precisión de términos el valor literario, tanto a nivel de la historia como del discurso, que poseen esas narraciones. Carlos Clavería, en Temas de Unamuno, considera tales relatos como muestras de chismografía, propia de cualquier casino provinciano.2 Una sensibilidad y delicadeza crítica, superior a la de Clavería pone en evidencia Harriet S. Stevens en "Las novelas intercaladas en Niebla".3 No obstante, se precisa hacer notar que este artículo, a pesar de su carácter pionero, no se refiere a todos los relatos intradiegéticos de la novela y a los que alude lo hace en términos muy generales, adoleciendo de falta de concretización específica y determinada.4 Con anterioridad a los trabajos críticos de Clavería y Stevens, ya Julián Marías, en Miguel de Unamuno, había detectado la presencia de esas narraciones, pero con falta de rigor precisorio y sin la detención detallada que una obra como esa requería, cayendo en un reduccionismo superficial al limitar el número de las mismas a seis, aunque no llega a enumerar ni siquiera todas las comprendidas por tal número, arbitrariamente adelantado.5 Este escritor califica a los relates intradiegéticos de Niebla como dramas brevísimos, a modo de las novelas que Cervantes inserta en Don Quijote.6 Dicha relación intertextual, establecida por Marías, ha sido desarrollada con seriedad superior por Willard F. King, en "Unamuno, Cervantes y Niebla", e Ignacio R.M. Galbis, en "De técnicas narrativas e influencias cervantinas en Niebla de Unamuno". 7
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