Abstract
Las décadas que rodean el fin de siglo en Cuba muestran evidencias de dos patrones antagónicos en las relaciones sociales de la post-emancipación. La especialmente célebre Guerra de Independencia en Cuba perdura como una instancia casi única de movilización interracial a largo plazo en una sociedad agrícola alejada de la esclavitud por tan sólo una década. A nivel ideológico, varios destacados líderes del nacionalismo cubano se adhirieron a un credo explícitamente antirracista; en el campo de batalla, oficiales negros y mulatos comandaron soldados blancos, y viceversa. El caso de Cuba en este aspecto ha alimentado la historiografía nacionalista que coloca a la identidad nacional por encima de la raza, y a José Martí y Antonio Maceo por encima de todas las divisiones. Incluye comentarios de Nell Irvin Painter