Abstract
¿Qué puede ofrecer al estudio de la historia de Puerto Rico un país cultural y geográficamente tan remoto al nuestro? Extraído de su rincón de las Antillas y sacudiendo por necesidad esa abulia que tanto deploraba Pedreira, le será, no solo posible, sino indispensable observar a Puerto Rico, no ya como el centro del mundo, sino como uno más de los humildes participantes en el drama de la historia mundial. Sin lugar a dudas, la pregunta acabará por invertirse: ¿Cómo es posible que un país que durante siglos alternara entre el rol de archi-enemigo y el de aliado de España; que tuvo el dudoso privilegio de ostentar el título de "la primera nación industrial"; que llegó a convertirse en el eje del imperio más abarcador que hubiese visto el mundo; que durante décadas controló el comercio y el crédito internacional; cómo es posible que ese país no haya dejado mella, y una mella significativa, en nuestra cultura, nuestra economía y nuestra sociedad?