Résumé
Como tanto el saber analítico como el dialéctico son componentes de aquella racionalidad occidental que aspira a reclamar el conocimiento verdadero de la realidad, resulta necesario identificar el argumento que nos clarifique lo mínimo de la distinción entre ambos. Para lograr esa distinción nos apoyamos en Hegel y no atendemos a la dimensión ideológica, sino a una lógica y fenomenológica. Pero aunque Hegel logra culminar el saber dialéctico y lo emplea para pasar juicio sobre la insuficiencia del modo analítico de saber, su argumentación —aunque es profunda y convincente—podría parecer insuficiente en cuanto no reconoce expresamente que ambos saberes aspiran a conocer la totalidad. De ahí que un argumento más completo y más próximo para distinguir ambos saberes y sus distintas modalidades, podría apoyarse mejor en las premisas que atienden a la relación de los contrarios, la modalidad de la totalidad, la concepción de la sustancia y la importancia de lo particular.
También defendemos la necesidad de visualizar los saberes analítico y dialéctico como dos constantes a lo largo de toda la historia de la filosofía occidental. Se pierde mucho cuando reducimos la racionalidad al modo analítico (positivismo), y también cuando se borra su diferencia con base en una actitud metafísica subjetivista que admite una sola racionalidad (Heidegger). Ambas propuestas pasan por alto algo fundamental en la historia del pensamiento moderno: la aportación de la dialéctica culminada por Hegel al convertirla en un modo racional para conocer la realidad de lo espiritual.
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