Abstract
Una sala austera: luz tenue, una única obra en cada muro y una última suspendida en el centro del cubo blanco. El gran formato, las formas familiares, las marcas sutiles y demás detalles remiten de inmediato a lugares que la memoria no puede alcanzar con precisión. Todo está inundado de una especie de ¿nostalgia?, ¿desasosiego?, ¿melancolía?, ¿incertidumbre?, de un no sé qué pesaroso, pero grato, que deja una sensación parecida a la de pasear por la casa sin muebles antes de mudarnos lejos. Así es como el espacio, la intimidad y otros elementos intangibles se conjugan en Formas de materializar el vacío.
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