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January 1998 in Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Facultad de Humanidades
Los límites de la narrativa indianista en Puerto Rico: Tapia, Betances y Marqués
Abstract
El tema indígena en la literatura puertorriqueña se inscribe dentro de un contexto mayor: el de la presencia del indio en la historia y la cultura general de Puerto Rico. Estamos acostumbrados por el discurso oficial a considerar este elemento en paridad o casi paridad con los otros dos componentes étnicos que se presentan como los principales elementos formadores de nuestra identidad cultural puertorriqueña: el español y el africano. El escudo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, por ejemplo, nos podrá servir como evidencia de esta concepción. Aunque en ese escudo el español ocupa el primer plano y la ubicación central y hegemónica, las otras dos figuras, la del negro y la del indio, se ubican a la par. No obstante, de nuestras tres raíces culturales, la indígena es la que ha tenido menos peso, menos continuidad y menos proyección real en la cultura puertorriqueña.
Main Text
Artículo
El tema indígena en la literatura puertorriqueña se inscribe dentro de un contexto mayor: el de la presencia del indio en la historia y la cultura general de Puerto Rico. Estamos acostumbrados por el discurso oficial a considerar este elemento en paridad o casi paridad con los otros dos componentes étnicos que se presentan como los principales elementos formadores de nuestra identidad cultural puertorriqueña: el español y el africano. El escudo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, por ejemplo, nos podrá servir como evidencia de esta concepción. Aunque en ese escudo el español ocupa el primer plano y la ubicación central y hegemónica, las otras dos figuras, la del negro y la del indio, se ubican a la par. No obstante, de nuestras tres raíces culturales, la indígena es la que ha tenido menos peso, menos continuidad y menos proyección real en la cultura puertorriqueña.
Para entender mejor esta afirmación tenemos que considerar otra que tal veztambien sea polemica: los indígenas que habitaban nuestra isla cuando llegaron los españoles no eran y nunca fueron puertorriqueños. Eran simplementetaínos. No basta con que hayan sido los habitantes originales de este territorio(que parece que tampoco lo fueron) puesto que la puertorriqueñidad no es esencialmente una categoría geográfica, sino una construcción histórica y cultural.No es sino hasta fines del siglo XVIII y principios del XIX que en el devenirde nuestro desarrollo histórico comienza a gestarse entre los habitantes de esta isla una identidad culturalmente diferenciada de España, Africa y la cultura aborigen, que podríamos llamar puertorriqueña. Antes de esos anos tendríamos que hablar de españoles acriollados, africanos y sus descendientes acriollados e indígenas que reciben el impacto, destructor para ellos, de la conquista y lacolonización. Es más, para esa fecha y en terminos cultilrales, nuestros indígenas bacia bastante tiempo que habían desaparecido de nuestro panorama, aunque hasta fines del siglo XVIII los censos oficiales clasifican como indios a loscomponentes de un pequeño núcleo de la remota zona· central y montañosa dela isla.
Para todos los efectos prácticos, nuestros indígenas desaparecieron de Puerto Rico durante el primer siglo de la colonización española. Fueron diezmadospor la conquista militar, murieron víctimas de nuevas enfermedades portadaspor los europeos, perecieron en el duro trabajo de las encomiendas o se mezclaron biológicamente y se integraron culturalmente con los recién llegados, locual es también una forma de desaparecer.
Existen, claro esta, rasgos culturales y físicos que heredamos de los taínos.Dichos rasgos se encuentran en nuestro léxico, en nuestros hábitos alimenticios, en nuestra música, en algunos objetos de uso cotidiano y en algunas formas de adaptarse al ambiente. Sin embargo, dichos elementos esporádicos,aunque aportan a la construcción de una cultura mestiza y diferenciada, sonnotablemente menos que los que aportaron africanos y, sobre todo, españoles.Además, fueron refuncionalizados e integrados a una nueva cultura muy distinta de la taína y pasaron a formar parte de una nueva estructura etnica. Por lotanto, la cultura puertorriqueña actual, la que captamos con definición más omenos clara y con sentido de continuidad a partir del siglo XVIII, es esencialmente el resultado de la interacción, la convivencia, la relación dinámica, compleja y generalmente conflictiva, entre españoles y africanos, así como sus descendientes criollos. Esta cultura, contra lo asumido por ensayistas nuestros,como Antonio S. Pedreira y René Marqués, tampoco es una cristalización definitiva del siglo XIX, sino que es, como cualquier cultura viva, dinámica y cambiante: más un proceso que una esencia. Para José Luis González, por ejemplo,los primeros verdaderos puertorriqueños fueron los africanos y sus descendientes, ya que, cortados los vínculos con los lugares de origen y perdida toda esperanza de regresar al Africa, tenían que considerar a esta isla y a esta sociedad como la suya.
En ocasiones se ha señalado que puede haber una buena dosis de racismoen la afirmación de nuestra herencia indígena por encima, en sustitución y endetrimento de nuestra raíz africana. Más que un pueblo mestizo, somos un pueblo mulato; culturalmente mulato, puesto que los factores genéticos o "raciales" en realidad sólo adquieren sentido e importancia dentro de un contextosocio-cultural que los semantiza.
El indígena en Puerto Rico y, por ende, en la literatura puertorriqueña, esmás una ausencia que una presencia, más un mito que una realidad, más unsímbolo que un ente concreto. Así también sucede en las demás antillas. Sinembargo, esto no quiere decir que carezca de importancia. Como símbolo, comomito actuante, como vacío que se siente la necesidad de llenar, es un elementonada desdefiable de nuestro imaginario colectivo y del de Cuba y RepúblicaDominicana. Es así como se presenta en nuestra literatura y en nuestra narrativa de ficción.
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