Abstract
En nuestra sociedad el trabajo suele devaluarse o mal retribuirse y a veces hasta degradarse, como norma apuntalada por la ley, la costumbre y la inconciencia. Por eso, no es raro que en otros planos al margen de la producción de mercancías el esfuerzo de los demás sea igualmente rapiñado. La historia no es una excepción.
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