Abstract
Durante el último tercio del siglo XIX las autoridades gubernamentales de la isla se empeñan en masificar el aparato escolar, que deberá encargarse de la formación de ciudadanos productivos y respetuosos del orden establecido. En este empeño escolarizador los funcionarios estatales no andan solos; también los ideólogos del magisterio, los grandes terratenientes y los letrados identificados con el liberalismo creen haber encontrado en la escuela el dispositivo idóneo para integrar al orden civilizado a unas clases a las que muchos miran con desconfianza y temor.