R|EDUCA

Revista de Educación de Puerto Rico
ISSN 2689-2944

“Igual somos diferentes”. Valoraciones de género y equidad desde las voces de la niñez y personas adultas mayores en Puerto Rico

Jeniffer Johana Martínez-Medina, Ph.D.(c)
Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras

Elithet Silva-Martínez, Ph.D.
Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras

Suzette Álvarez-Soto, M.A.
Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras

Ángel A. Díaz-Cabrera, M.Ed.
Escuela Elemental de la UPR
Facultad de Educación
Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras

Resumen
Globalmente, las niñas se enfrentan a múltiples violencias, como pobreza, agresión sexual, violencia intrafamiliar, violencias de género, entre otras. Tomando como plataforma el Día Internacional de las Niñas, las investigadoras y el investigador desarrollaron el proyecto de arte y solidaridad: Expresando la Solidaridad por los Derechos y la Dignidad de Ser Niñas. En este, se abordaron temáticas de género y equidad a través del uso de talleres lúdicos, arte y literatura. Desde este enfoque cualitativo, se recogen las voces de la niñas y niños, así como personas adultas mayores participantes, con el propósito de rescatar las significaciones que les atribuyen al género, y cómo eso impacta la integridad de las niñas y sus derechos en la cotidianidad.

Palabras clave: género, desigualdad, estereotipos, equidad y educación

Abstract
Globally, girls face multiple forms of violence, such as poverty, sexual assault, domestic violence, and gender-based violence, among others. Taking the International Girls’ Day as a platform, the researchers developed the art and solidarity project: Expressing Solidarity for the Rights and Dignity of Being Girls, in which issues of gender and equity were addressed using recreational workshops, art, and literature. In this qualitative study, the voices of children and older adults were collected to rescue the meanings that they attribute to gender, and how this impacts the integrity of the girls and their rights in everyday life.

Keywords: gender, inequality, stereotypes, equity and education

Recibido: 01-03-2021 | Aceptado: 08-12-2022 | Publicado: 10-02-2023
Correspondencia: Jeniffer J. Martínez-Medina <jeniffer.martinez1@upr.edu>


Introducción

Históricamente, las mujeres hemos enfrentado y resistido, desde niñas, una sociedad patriarcal que vulnera nuestra existencia, por el hecho de ser mujeres (Jiménez & Guzmán, 2014). Social y culturalmente, desde diversas instituciones de socialización, se establece y perpetúa una diferencia entre géneros, que repercute en inequidad para las mujeres y personas de identidades no binarias, mientras que privilegia al hombre hegemónico: blanco, rico y heteronormativo (Hernández Artigas, 2018).

Según las estimaciones globales de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual de pareja, o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Además, se calcula que hasta mil millones de niños y niñas entre las edades de 2 a 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o abandono durante el año 2016 (Hillis et al., 2016). En el contexto latinoamericano y caribeño en 15 países, se puede afirmar que el número de feminicidios para el año 2018 ha sido, a lo menos 3,287 mujeres según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2018). Mientras tanto, en Puerto Rico, un estudio realizado por el Proyecto Matria y Kilómetro 0 reflejó que ocurre un feminicidio cada siete días, lo cual equivale a una tasa promedio de 3.00 feminicidios por cada 100,000 mujeres (2019). Por otro lado, según estadísticas del Instituto del Desarrollo de la Juventud (2017) basadas en datos censales de 2013-2017, un 57.8 por ciento de personas menores de edad viven bajo el nivel de pobreza, mientras que, para madres solteras jefas de familia con menores de 18 años, este porcentaje se extiende a 70.1 por ciento.

Los datos anteriores reflejan algunos de los retos a los que están expuestas las niñas, entre los que se destacan: la pobreza, la agresión sexual, la violencia intrafamiliar y la violencia de género en el hogar. Con relación a esta última específicamente, es esencial resaltar que, en aquellas familias donde ocurre la violencia doméstica o de pareja, los y las menores no son consideradas víctimas secundarias, sino directas debido al impacto que genera en sus vidas. Es por ello que Lastra Sierra (2011) expresa que:

La violencia ejercida contra la mujer en el ámbito familiar rara vez aparece de forma aislada: los estudios existentes demuestran que el maltrato a la mujer se extiende a las hijas e hijos en un porcentaje muy elevado de casos... La niña o niño testigo de malos tratos hacia su madre padece en un alto porcentaje estrés postraumático y tiene más problemas emocionales, de aprendizaje y comportamiento, problemas sociales, en definitiva, que los niños que crecen en un hogar no violento. (p. 2)

Aun existiendo movimientos sociales y colectivos feministas que han dado la lucha hacia la erradicación de las violencias de género y de los avances logrados en la equidad de derechos, actualmente las estadísticas muestran que falta mucho camino por recorrer. Conscientes de ello y de la necesidad de enfatizar en los derechos de las niñas, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 66/170, en la que se declaró el 11 de octubre como el Día Internacional de las Niñas, con el objetivo de reconocer sus derechos y los problemas extraordinarios a los que se enfrentan en todo el mundo (ONU, 2012). Tomando como plataforma dicha fecha, el equipo investigativo desarrolló el proyecto: Expresando la Solidaridad por los Derechos y la Dignidad de Ser Niñas, con el propósito de pensar y actuar sobre la temática, rescatar las significaciones que las personas participantes le atribuyen al género, y cómo esto impacta la integridad de las niñas y sus derechos en la cotidianidad.

Como la escuela es uno de los ambientes de mayor injerencia en la vida de las niñas, se seleccionó dicho escenario como el idóneo para llevar a cabo este estudio. También, se consideró documentar la experiencia, reconociendo que recientemente el sistema de educación pública primaria de Puerto Rico ha sido espacio de debate acerca de la implementación de un currículo con perspectiva de género. La propuesta de abordar la educación desde esta perspectiva se plantea como una oportunidad para despatriarcalizar el sistema educativo y como estrategia de prevención temprana ante las violencias de género. Según Solís (2016):

Podemos deducir que la perspectiva de género supone una toma de posición política y científica frente a la opresión de género: una visión crítica, explicativa y alternativa de lo que acontece en el orden de género, permitiendo analizar las profundas y complejas causas de dicha opresión y de los procesos históricos que la originan y la reproducen. (pp. 101-102)

Si entendemos el sistema educativo como “una de las principales estructuras del Estado que trasmiten las ideologías de poder” (Carrasco Gutiérrez & Gavilán Vega, 2012), no sorprende que se hayan anulado los esfuerzos por incluir perspectivas críticas y liberadoras en el escenario académico. En 2017, el Departamento de Educación de Puerto Rico (DEPR) dejó sin efecto la Carta Circular Núm. 19-2014-2015, la cual, de ser aprobada, comprometía al DEPR a transformar e implementar los contenidos y prácticas curriculares, proveer servicios y difundir información que promueva la equidad entre los géneros (DEPR, 2015). Al no considerarse un sistema de educación que fomente la diversidad y equidad entre géneros, resulta aún más pertinente incidir en tales espacios, en un esfuerzo por provocar el cuestionamiento de las normas y mandatos de género patriarcales preestablecidos.

La intervención: Pensar y actuar por la dignidad de las niñas

Esta intervención se fundamenta en la pedagógica alternativa interacción/acción, para propiciar el acercamiento adecuado y los espacios de confianza y comunicación dialógica con las personas participantes; estas son: 21 niños y niñas de la Escuela Elemental de la Universidad de Puerto Rico, y 15 personas adultas mayores del programa Salud en el Mercado “CAPICÚ Adentro”, adscrito al Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MAC). Bajo el entendido de que no es posible el pensamiento crítico, auténtico, liberador y creativo como catalizador de acción transformadora sin un ejercicio reflexivo desde sí mismo o sí misma, y con las demás personas, no se puede pensar por las otras, ni para las otras, pero tampoco sin las otras, siendo necesario reconocer, respetar, valorar y confiar en la capacidad de la gente para producir conocimiento y acción reivindicativa humanista (Freire, 2005). De ahí que el objetivo es auscultar pensamientos y acciones apalabradas en las voces de sus protagonistas: los niños, las niñas y las personas adultas mayores participantes mediante la concienciación y socialización solidaria. El fin es develar conocimientos sobre género y equidad, particularmente enfocado en la reafirmación de los derechos y la dignidad de las niñas, al destacarse en ellas la intersección de dos factores: edad y género.

Procedimiento

Las acciones desarrolladas se llevaron a cabo en tres fases, de manera independiente con niños y niñas, y las personas adultas mayores participantes. La documentación se llevó a cabo de manera escrita y audiovisual.

Primera fase

En esta primera fase, se desarrolló un taller con niños y niñas basado en dinámicas recreativas. Estas últimas instaban a la reflexión sobre sus emociones, pensamientos, vivencias en relación con el género y la equidad. La programación giró en torno a las siguientes actividades:

  1. Dinámica rompehielos para el bienestar “Yo tengo un tic”.
  2. Reflexión sobre los derechos y por qué, en el mundo, es difícil nacer y ser niña.
  3. Narración del cuento “Las niñas serán lo que quieran ser” (Díaz Reguera, 2018) acompañada de observaciones etnográficas. El propósito fue recoger las reacciones espontáneas de las personas participantes y prepararnos para la próxima fase, que incluía una sesión de arte.
  4. Dinámica “Paseo por el bosque”. Cada participante debía dibujar un árbol y ubicar, en la raíz, dos aspectos que más le gustan de sí mismo o misma; en el tallo, dos miedos más frecuentes, y en los frutos, el anhelo para ser feliz. Luego, se recrearía un bosque con todos los árboles, para luego pasear por él y socializar algunos de los resultados del ejercicio.
  5. Dinámica “El regalo más grande”. Cada participante abriría el obsequio más valioso recibido en su vida; allí encontraría su reflejo en el espejo y expresaría la sensación que experimentó al verse.
  6. Construcción de un plan de bienestar y autocuidado para compartir y convivir. En el caso de las personas mayores, esto incluyó, además: a) dinámica rompehielos con ejercicios de bajo impacto; a) ejercicio de meditación y sensibilización; c) dinámica para rememorar la infancia, para que narren sus experiencias infantiles, y en especial la división por género desde dicha etapa.

Segunda fase

La segunda fase consistió de una sesión de arte. Las personas participantes tuvieron que elaborar un dibujo alusivo a género, equidad, solidaridad frente a la dignidad y derechos de las niñas. El docente de arte orientó a los niños y las niñas para diseñar sus gráficos en lienzo; las personas adultas mayores contaron con la guía de un artista para plasmar sus creaciones en papel. Se efectuaron ejercicios de reflexión sobre el propósito de las imágenes creadas. Posteriormente, todas las obras fueron exhibidas en la Plaza del Mercado de Río Piedras, en conmemoración del Día Internacional de las Niñas, mediante la coparticipación de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle (EGTSBL), la Escuela Elemental de la UPR, y el programa “CAPICÚ Adentro”, adscrito al MAC.

Tercera fase

En la tercera fase, se realizaron grupos focales, para lo cual los niños y las niñas fueron divididos en cuatro grupos, mientras que las personas adultas mayores se vincularon en dos. A cada grupo, se les formularon las preguntas previamente diseñadas, y una vez se registraron en audio sus verbalizaciones, estas fueron transcritas, sistematizadas y codificadas para su correspondiente análisis cualitativo. Cabe destacar que, en el contexto de la investigación en las ciencias sociales, los grupos focales son estrategias de recopilación de información utilizadas comúnmente para propiciar diálogos sobre temas diversos. Estas resultan particularmente efectivas para recoger, de manera grupal, aspectos esenciales respecto a las subjetividades y los imaginarios. Más aún cuando se quiere plantear propuestas de discusión a la vez que se mantiene flexibilidad, para que las personas participantes amplíen sobre los temas propuestos, o focalicen en temas específicos (Hamui-Sutton & Varela-Ruiz, 2013).

Métodos del estudio

Esta investigación cualitativa recoge las voces de los niños y las niñas, así como de las personas adultas mayores participantes en el estudio, con el propósito de: conocer los significados que atribuyen a los temas de género y equidad, y cómo los viven cotidianamente. Para ello, se desarrollaron varias fases de recopilación de información, análisis e interpretación.

Luego de presentar el protocolo de ética en la investigación y obtener la autorización del Comité Institucional para la Protección de Sujetos Humanos en la Investigación (CIPSHI) de la Universidad de Puerto Rico, para asegurar que los derechos de los y las participantes fueran protegidos, se procedió a implementar la fase de reclutamiento. En esta fase, se acopió el consentimiento informado de los padres o madres, y el asentimiento de los niños y niñas, como también el consentimiento informado de las personas adultas mayores.

En términos sociodemográficos, participaron: 21 niños y niñas entre las edades de 8 a 11 años, y 15 personas adultas mayores de entre 60 y 88 años.

Se desarrolló un acuerdo colaborativo tanto con la escuela primaria, como con el programa “CAPICÚ Adentro”, en el que se integraron dos profesores de arte, uno que acompañó a los y las participantes menores y otro a los y las adultas mayores, en la elaboración de una pieza que reflejara sus ideas en torno al tema de equidad de género en el marco del Día Internacional de las Niñas. La intervención de tales artistas fue fundamental, pues permitieron que los y las participantes trabajaran con ideas abstractas hasta representar imágenes, colores y frases significativas relacionadas al tema de estudio. En el caso de los niños y las niñas, el profesor de arte trabajó técnicas de pintura, color y bocetos, guiados por preguntas que ayudaban en la conceptuación de la pieza. Con las personas adultas mayores, las coinvestigadoras desarrollaron un taller lúdico de sensibilización sobre la temática de equidad de género, utilizando las remembranzas de infancia y cómo aportar desde sus experiencias de vida frente a los derechos de las niñas. Seguido, un profesor de arte les orientó sobre el proceso mediante el que realizarían sus dibujos.

Reconociendo que los grupos eran distintos respecto a las etapas de vida en las que se encontraban sus integrantes, se elaboraron dos guías de preguntas. Aunque exploraban temas similares, las de la niñez abordaban experiencias en el momento presente, contrario a las de las personas adultas mayores, que se apoyaban en la reminiscencia para acceder a los recuerdos de su infancia. En el caso de los primeros, las preguntas abordaban los siguientes temas:

  1. ventajas y desventajas de ser niño o niña;
  2. fortalezas de ser niño o niña;
  3. ideas sobre cómo crear un mundo mejor y más inclusivo;
  4. recomendaciones hacia las personas adultas en apoyo a los niños y niñas para vivir en paz y felicidad;
  5. diálogo sobre los significados de las piezas plasmadas en lienzo para conmemorar el Día Internacional de las Niñas y los breves títulos que esbozaron para describirlas.

Al trabajar con las personas adultas mayores, se utilizó información de contexto sobre juegos tradicionales puertorriqueños. Se compartieron visuales de “la peregrina” (también conocida como rayuela), así como imágenes de canicas, gallitos1, muñecas de trapo y trompos (o peones) tallados en madera, entre otros. Luego, se les invitó a reflexionar sobre su infancia. Después del ejercicio de reminiscencia, se abordaron las siguientes temáticas:

  1. Mirada retrospectiva en torno a sus vidas cuando tenían entre 8 a 10 años de edad.
  2. Fortalezas frente a los desafíos de la infancia 60 o 70 años atrás, tomando en consideración los roles de género.
  3. Situándose en el momento histórico actual, ¿cómo podría apoyar a la niñez para que viva en entornos seguros y felices?
  4. Diálogo sobre los significados de las piezas plasmadas en papel para conmemorar el Día Internacional de las Niñas y los títulos que esbozaron para describirlas.

La información recopilada fue grabada en audio para luego transcribirse ad verbatim. Una vez transcritas, fueron importadas a Atlas.Ti, un programa de manejo de información cualitativa. Para ahondar en el análisis sistemático de los significados a raíz de las experiencias de las personas participantes, el equipo de investigación utilizó un sistema de codificación abierto, que implica analizar los documentos línea por línea y codificar con base en las preguntas de investigación. Al culminar la primera fase de codificación, el equipo profundizó en el análisis para identificar patrones y categorías que emergieran de los códigos. Posteriormente, las categorías se agruparon en ejes temáticos (los cuales serán presentados en la siguiente sección). Para mantener la rigurosidad en el análisis de la información, en equipo comparó lo examinado, buscando el consenso en la toma de decisiones respecto al desarrollo de temas centrales a la luz de los resultados (Patton, 2005).

Resultados

Los datos develaron cómo las personas participantes aportaron a tres ejes temáticos fundamentales para la investigación: 1) valoración del género; 2) cómo se articulan estereotipos: prejuicios y roles sociales para la autoidentificación y percepción de los y las demás; y finalmente, a partir del análisis crítico de su propio pensar y actuar, 3) qué proposiciones alternas y creativas refieren para efectivizar los derechos y la dignidad de las niñas, así como establecer lazos de solidaridad, convivencia equitativa afines a sus experiencias y condiciones de vida particulares.

Valoración del género

Se auscultó cómo las personas participantes valoran el género, tanto desde su propia identificación, como en la forma en que perciben a las demás. Sentirse niño o niña durante la infancia y luego remembrarla como persona adulta mayor implica multiplicidad de experiencias. Sus historias de vida han estado permeadas por la construcción sociocultural del género. Esto impacta tanto la subjetividad de cada cual, como las formas de interactuar, posicionándoles en una u otra categoría socializada tradicionalmente como femenina o masculina, lo cual se asocia a estereotipos y roles específicos. Así, por ejemplo, las personas participantes tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre aspectos que les favorecían o no en sus vivencias infantiles. Las siguientes verbalizaciones ilustran esta dimensión:

[…] lo malo de ser niña es que te toca limpiar mucho. (Participante 1)2

[…] lo malo es que hay mucha gente que piensan que las niñas no pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, si tú quieres jugar baloncesto, pues tú no puedes jugar baloncesto porque no te dejan. Nada más en Puerto Rico hay 6 equipos de baloncesto de niñas. (Participante 5)

[…] los niños siempre se burlan de las niñas porque son diferentes y porque son únicas. (Participante 9)

Otras opiniones vinculan aspectos estéticos y biológicos:

La ventaja de ser una niña es que somos bonitas, somos generosas, y lo malo es que después, más tarde y cuando seas mayor, te baja la regla (refiriéndose a la menstruación). (Participante 11)

Las desventajas, lo mismo que dijeron las compañeras (la regla). (Participante 13)

Secundando estos planteamientos, otras personas exponen:

Bueno, a mí me gusta ser niño porque… porque hay, a veces, juegos… hay demasiados juegos para niños, pero bien, bien poquitos para niñas. Es que parece a la gente que los niños mandan porque son los machos. (Participante 2)

[…] una ventaja pequeña que yo tengo por ser niño es que físicamente soy como que más fuerte que las niñas. (Participante 4)

En discusión suscitada en medio del ejercicio, una niña manifestó:

[…] los niños como que ven a las niñas, y es como un joker (guasón), y luego las niñas ven a los nenes y se molestan, como que “¡Tengan respeto, bendito!” (Participante 3)

A esto, un niño respondió:

[…] pero después ustedes nos molestan y vienen con la venganza. ¡Ah! (Participante 4)

Un tercer niño, para mediar, concluye:

Esta cosa tiene que parar. Hay ventajas entre ser niña, hay ventajas entre ser niño. Igual somos diferentes. (Participante 2)

De acuerdo con la información obtenida, se evidencia que las representaciones del género en el imaginario durante la infancia y la vejez son parte de un engranaje preexistente frente al cual, erradamente, se les interpreta como sujetos pasivos en la construcción de la identidad. Así, la valoración del género se expresa mediante una categorización jerárquica binaria opuesta, que ubica en desventaja lo femenino frente a lo masculino, lo cual plantea relaciones de poder unidireccionales. Para las mujeres, esto implica que, desde niñas, hay una asociación directa e inmutable a lo femenino, doméstico, con una carga adicional de connotación negativa, injusta y parcializada, de minusvalía y dependencia, por tanto, discriminatoria y agresiva. Muchas de las condiciones de vida de la niñez están marcadas por esa visión patriarcal del género, y no por las realidades y necesidades más sentidas de sí misma.

Estereotipos del género

En el análisis, se identificó que en el pensar, actuar e interactuar de las personas participantes subyace la naturalización de algunas creencias y comportamientos prejuiciosos reafirmados mediante la repetición cotidiana. Esta última se nutre de lenguajes culturales y socialmente construidos que enmarcan no solo lo psicológico, sino también lo fisiológico. Son los cuerpos objetivados que definen la dicotomía hombre/mujer, desde donde se adoptan elementos de la identidad propia y la social. Se conjugan muchos valores, símbolos y discursos heredados y adquiridos a través de instancias de socialización claves como la familia y la escuela. Retomando algunos de esos aspectos identificados en las verbalizaciones, se destaca la siguiente:

Mi mayor fortaleza es el deporte y el baile; juego voleibol, baloncesto; ballet y ballet contemporáneo. (Participante 7)

Otro participante no se queda atrás y expresa:

Yo también soy deportista de… baseball; juego baloncesto y también hacía atletismo. Una fortaleza para mí es el deporte porque eso me ha ayudado bastante. (Participante 12)

Con relación a la permisividad para niñas y niños respecto a algunas actividades recreativas, las personas participantes fueron enfáticas en establecer diferencias, aunque trataban de menguarlas:

Si juegan las nenas, pues, tienen que jugar con los nenes porque ellos son mejores. Pero eso no es cierto: las nenas pueden jugar lo que ellas quieran… (Participante 3)

Otro destaca la autonomía y equidad de género:

[…] pero, también, las niñas mandan. Los dos mandan… Y me gusta ser niño. Bueno, es que las niñas casi pueden hacer lo que pueden hacer los niños; tienen iguales derechos. (Participante 2)

Quedó claro que los niños y las niñas se ven diferentes. Esto demanda información adecuada, útil y entendible, como la que suministra el cuento—“las niñas serán lo que quieran ser”—para que tales distinciones no aviven desigualdades injustas y continúen construyendo, creativa y participativamente, condiciones y oportunidades más equitativas de interacción, que brinden un medio flexible y confiable, tal que puedan plantear sus inquietudes sin temor.

En esta investigación, la población infantil se involucró activamente en el proceso, reafirmando férreamente que siente, piensa, actúa y aporta desde sus vivencias. No es neutral y valora también la manera en que las personas adultas se involucran con ella, aunque, en muchas ocasiones, no le dedican el tiempo suficiente, o no dialogan con ella para validar sus apreciaciones. Esto se traduce en modos de opresión y exclusión ante la ausencia de comunicación dialógica.

Al precisar los estereotipos como la caracterización específica para definir rasgos y atributos asignados a la mujer y al hombre desde que nacen, se presentan, como constructos sociales que establecen identidades, un conjunto de creencias, símbolos, roles y propiedades que cualifican y, consecuentemente, descalifican dentro de un orden de normatividad establecido. Claros ejemplos de estos quedan reseñados a través de las siguientes verbalizaciones:

Ser nene es mejor porque no te tienes que peinar o lavar el pelo todos los días. (Participante 8)

Las niñas son como más frágiles y delicadas. (Participante 4)

Ellos tienen más fuerza en las piernas y nosotras tenemos en los brazos. (Participante 15)

[…] pero en fútbol nosotros somos más rápidos y les ganamos. (Participante 6)

Es raro cuando una niña se pone pantalones. A pesar de todo, a mí no me gustan las faldas. (Participante 5)

Y también los colores no tienen sexo porque algunos niños dicen que los colores azules, naranja y todas esas cosas son solamente de ellos y los rositas son de niñas. (Participante 3)

En un grupo focal, un adulto mayor expuso:

No se espera lo mismo de una niña que de un niño. De una niña se está esperando que tenga más recogimiento, que sea más callada, que no exprese sus opiniones, que no demuestren coraje. Del niño se espera que sea más bravo, que se defienda. Muchas veces las niñas no se atreven a analizar sus problemas, sus derechos, sus necesidades. (Participante A)

Un factor importante que reconocen tanto la niñez como las personas adultas mayores es la repetición y naturalización de los roles de género binarios, a partir de lo que ven o escuchan como aceptado y aprobado como “normal” desde la infancia, al punto de reafirmarse como indicadores de distinción cargados de significado, que se constituyen en elementos transversales en la vida de los seres humanos. Se perpetuán caracterizaciones de lo femenino como: fragilidad; recato; belleza; ser calladas; mayor protección; delicadeza; faldas; maquillaje; color rosa para vestir; menos fuerza física para realizar actividades; juegos y actividades relacionadas a labores domésticas, como cocinar, limpiar, lavar; el rol de ser madres y atender a sus esposos, y jugar con muñecas. En tanto, lo masculino se caracteriza como: fuerza física; mayor independencia para expresarse; ejercicio de poder; color azul; usar pantalones; no maquillarse; asociado a prácticas deportivas de mayor rendimiento físico, como el fútbol; que exprese sus corajes; que sea bravo y se sepa defender por sí mismo; asociado a un menor sentido de protección en relación con las niñas.

En las narrativas de experiencias cotidianas de la niñez y las personas adultas mayores que recuerdan su infancia, se expone al género como orden social, como referente axiológico y fisiológico, en ambos casos integrado por supuestos. Simultáneamente son parte de discursos institucionalizados aparentemente irrevocables, en la familia, la escuela o cualquier escenario de socialización. Esto resulta ser por que el género es un asunto transversal de la existencia humana a lo largo de toda su vida, que vincula tanto lo subjetivo como lo social. Sin embargo, aquellas creencias y prácticas interiorizadas de cualificación, validación y aceptación sobre el género, provocan múltiples formas de opresión y violencia con un alto costo de sufrimiento humano y de salud desde la infancia.

Expresiones constructivas de equidad en género

Para comprender el alcance del género sobre las experiencias de vida de las personas participantes, y para motivarlas aún más a reflexionar sobre el tema, se compartió con los niños y las niñas la narrativa del cuento. Esta herramienta lúdica y artística no solo les instó a expresarse libremente sobre el género y sus estereotipos—a veces reafirmándolos y en otras cuestionándolos—, sino que generó confianza para plantear distintas propuestas. Entre estas, se incluye cómo las personas adultas pueden realmente ayudarles en sus procesos de desarrollo, para ser más felices y construir un mundo mejor. Así se observa, a continuación, en algunas verbalizaciones:

A mí me gustaría que nadie estuviera maltratando a la gente ni nada. (Participante 10)

Algunos padres no son tan buenos con sus hijos, los maltratan; hay que hacer algo para que no hagan eso. (Participante 12)

Que nos dejen jugar y jueguen con nosotros, eso me hace muy feliz. (Participante 7)

La ausencia de perspectiva de género en la educación desde la infancia obstaculiza la posibilidad de que esta se involucre activamente en la sociedad, además de reconocerla como agente de socialización que puede contribuir en la prevención de la violencia de género y la construcción de condiciones de convivencia en equidad. Es importante superar la creencia de que la niñez es pasiva frente a nuestras realidades sociales y que se limita a ser receptora de conocimiento e información, u obedecer a las personas adultas. En el proceso investigativo, esta ha demostrado que tiene una capacidad creativa extraordinaria, tanto para comprender los problemas y sufrimiento que acarrea la violencia de género, como para obrar solidariamente, apoyarse, cuidarse e inspirarse en la construcción de un mundo mejor.

Finalmente, las personas adultas mayores, que ya han vivido su infancia y observan las nuevas generaciones, expusieron lo que piensan que es apremiante:

Habría que poner una educación con perspectiva de género, pero los religiosos se oponen; entonces habría que cambiar mucho los libros de texto, los juguetes, todo eso. Por ejemplo, en los libros de texto ponen unos estereotipos de los niños y las niñas que asumen unos roles. (Participante D)

Yo creo que hay que trabajar con ellas la autoestima porque eso es lo primero antes de cualquier cosa, y que los padres se integren más en lo que hacen sus hijos, que dejen a un lado el maldito teléfono porque todo el mundo está ahí pegado. (Participante E)

Todas las personas participantes coinciden en la necesidad de generar mayor equidad para que los derechos y la dignidad de las niñas sean reivindicados, fortaleciendo su autoestima y apoyándolas en sus procesos particulares de educación y desarrollo integral. Eso es posible solo con la solidaridad y la corresponsabilidad de quienes las rodean: los niños como compañeros y amigos, los padres y las madres, el personal docente y la sociedad en general, quienes deben comprender la transversalidad del género en la vida social y a lo largo de todo el ciclo de vida humana. Para lograrlo, hay que escuchar las voces de esas niñas, y de los niños también; tiene que haber comunicación en diálogos interactivos, que se valgan de herramientas como el juego, por ser más propicias para tal efecto. Asimismo, deben mejorar las relaciones e interacciones en el hogar, la escuela y todos los escenarios donde se desenvuelven.

Conclusiones

Los hallazgos de esta investigación revelan que, aunque los tiempos cambian, existen factores estructurales que atraviesan nuestras vidas en distintas etapas del desarrollo humano y múltiples niveles. Entre las personas participantes, que pertenecen a poblaciones diversas (por un lado, niñez, y por otro, adultez avanzada), encontramos experiencias distintas, pero también asuntos neurálgicos, como el género, que nos acompañan a lo largo del continuo de vida.

De las verbalizaciones, se desprenden valoraciones de género matizadas por mandatos culturales hegemónicos y heteronormativos. Asimismo, se observa que, desde la infancia, está presente la presión por afianzar las ideologías dominantes machistas y cómo se cristalizan desde la experiencia vivida de las personas participantes. En el caso de la niñez, se plantea una narrativa interesante que muestra asuntos relacionados con las diferencias entre los géneros vistas desde el binarismo tradicional y desde una categorización jerárquica, a la vez que se plantean narrativas alternas, como puede ser un ensanchamiento en la brecha hacia la equidad. En esa alternativa subyace la esperanza de potenciar la valoración de la equidad entre los géneros como derecho y como mecanismo para prevenir la violencia contra las mujeres.

Es importante subrayar la necesidad de distinguir la violencia contra las mujeres y las niñas de otros tipos de violencia, y cómo media el factor género en esta ecuación. Mucho tiene que ver con el acceso diferenciado a recursos simbólicos, materiales y relacionales hacia los varones en comparación con las féminas. Así lo confirman las narrativas de las personas adultas mayores, que, en retrospectiva, identificaron instancias en las que las diferencias por género coartaban la libertad de ser a las mujeres. El reconocimiento de que las relaciones no equitativas de poder que perpetúan la violencia contra las mujeres en la cotidianidad son constructos sociales que pueden ser cuestionados plantea la posibilidad de abrir espacios para la reivindicación de los derechos desde la diferencia. El planteamiento de un niño participante, sobre que “igual, somos diferentes,” ejemplifica ese reconocimiento del derecho a la equidad desde la diferencia.

Recomendaciones

Acercamientos dialógicos y participativos hacia la equidad. La experiencia de implementar la intervención y el ejercicio investigativo de conocer sobre las narrativas de sus participantes nos lleva a plantear la inminente necesidad de ampliar las oportunidades en los diversos espacios de interacción social (familia, escuela, comunidad, sociedad), para atender la temática adecuada a la etapa de vida de las personas que, en ocasiones, integre trabajo simultáneo intergeneracional, como fue el caso en este proyecto. Tomando en consideración lo antes expuesto, merece el esfuerzo potenciar oportunidades mediante las cuales el diálogo participativo pueda crear motivación en ser no solo parte del diálogo que problematiza el asunto en discusión, sino también de acciones proactivas hacia la equidad y el bienestar. Tal como lo exponen Ellsberg y colegas (2015), los proyectos más efectivos instan a la erradicación de las violencias y cuestionan los factores estructurales desde donde se perpetúan.

Inclusión de todos los géneros y edades para atender la equidad y prevenir la violencia. Luego de esta experiencia, reafirmamos la importancia de la inclusión, que no solo es una conversación que concierne a las niñas y las mujeres, sino realmente a todas las personas que conformamos la sociedad. Resistir la noción de que avanzar en los derechos equitativos y la erradicación de las violencias es cuestión de mujeres nos ha servido para mantener clara la idea de incluir tanto a los niños y niñas como a las personas adultas mayores en el diálogo. Siguiendo la línea de Michau y colegas (2015), entendemos que el análisis de las dinámicas de poder en la cotidianidad, y el análisis estructural de las raíces y los alcances en las interacciones humanas, requieren desarrollarse con la inclusión absoluta de todas las personas que tienen que ver, de manera directa o indirecta, con el tema.

Paz, equidad y género desde una dimensión feminista e interseccional. Tal como propone Martínez Martín (2016), el trabajo hacia la equidad y la erradicación de la violencia contra las mujeres debe partir del análisis de las raíces y los alcances del sistema patriarcal vigente, que según ella, resulta en el mayor transmisor de las desigualdades de género. Coinciden Marcus y Harper (2015) cuando establecen que cuestionar los mandatos culturales vigentes y replantear alternativas desde la movilización amplia puede ser beneficioso para adelantar la equidad y la erradicación de la violencia desde los derechos humanos. Sin embargo, dichas autoras añaden una capa interesante al planteamiento de debatir las normas sociales cuando mencionan que, desde un análisis del género como eje central, se debe ampliar la discusión para proporcionar un análisis interseccional de las múltiples opresiones y cómo inciden en la vida personal y colectiva.

Es en ese balance, donde se concibe la educación como entorno vital para el crecimiento personal y ciudadano, en el que nos atrevemos a apostar a la posibilidad efectiva de tejer nuevas redes sociales y rearticular un tejido social más justo y equitativo. Simón (2011), citado en Martínez Martin (2016), nos hace ver la posibilidad de una educación feminista interseccional, cuando ampliamos enfoques para hacer notar las distintas realidades de vida, validarlas y respetarlas. Como parte de esos primeros pasos está sentarnos a jugar, contar cuentos y dialogar.

Juguemos a que otro mundo es posible. Pintemos nuestras esperanzas y dialoguemos sobre lo que representa vivir libres y felices. Como dijo una niña: “todas las niñas y niños tienen derecho a hacer lo que les da la gana, lo que sienten, lo que les hace sentir maravillosos. Todos tienen derecho a hacer lo que quieran ser”. Que así sea.

Referencias

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Notas

1   Juego tradicional que consiste en tomar principalmente semillas de algarrobo, que se horadan para luego atarles un cordón, y que, entre dos personas que juegan por turnos, van golpeando una contra otra hasta que una de las semillas se quiebra (N. del E.).

2   De aquí en adelante, los extractos correspondientes a participantes menores de edad se identifican con un número; los de mayores de edad, con una letra (N. del E.).