Cuaderno de Investigación en la Educación
Número 1 Diciembre 1989


   

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Docencia e investigación

Tito Quirós Rodríguez
Universidad de Costa Rica
Facultad de Educación
Departamento de Docencia Universitaria


La investigación es una función académica tradicional de la universidad latinoamericana. Sin embargo, se ha constatado (Quirós y Pinto, 1987) que corrientemente no nutre a la docencia, ya que los profesores no acuden a ella como medio y recurso para mejorar sus lecciones y para desarrollar los procesos de conocimiento en los discentes. La investigación se hace aislada de la docencia.

Tampoco la docencia recurre a la investigación como fuente de inspiración para enriquecer sus actividades, pues en la medida en que predomina una actitud centrada con la reproducción del saber, en repetir lo que dicen los manuales, y no en la indagación y en la búsqueda del conocimiento que generen respuestas para las múltiples interrogantes del hombre y de la sociedad actual, la docencia se ha vuelto una actividad no sólo ajena a la investigación, sino que no la estimula ni la toma en cuenta como medio para desarrollar las capacidades intelectuales de los educandos.

La docencia que predomina en nuestras universidades excluye la investigación como recurso para el aprendizaje. Nuestros docentes se comportan en sus lecciones como si el saber estuviera ya hecho y concluido; de ahí que importe tanto transmitirlo, reproducirlo, y no elaborarlo. Por eso, en el nivel de grado puede afinarse que no se enseña investigación. La formación para la investigación se confina predominantemente en el nivel de postgrado; pero en éste se arrastran las deficientes bases adquiridas en los estudios previos, por lo cual el postgrado tiene que ejercitar una labor propedeútica de inmenso costo académico y económico.

La formación, no ya en la investigación, sino de un espíritu crítico, creativo, analítico, inquisitivo, tan propio de la vocación universitaria, casi no se cultiva en la universidad. La preocupación mayor está representada por atiborrar a los estudiantes de conocimientos, de fórmulas, de información. De esta suerte, el egresado universitario se transforma en un ser que sabe un poco de todo, pero que es incapaz de aplicar el raciocinio para resolver los problemas que enfrenta en su mundo profesional y ciudadano. Por otra parte, la investigación se ha mitificado; se le ha hecho privilegio de unos pocos iniciados. A ella no se puede tener acceso si no se es estudiante de postgrado.

La formación de un pensamiento independiente y objetivo, principal tarea de la universidad, no se alcanza en ella, justamente por el excesivo predominio de la enseñanza sobre la investigación. En realidad, la preocupación central de la enseñanza universitaria parece ser lograr un saber consolidado, no la formación de los estudiantes, en el espíritu de la "universitas".

En la universidad casi no se dedica tiempo, de manera intencional y sistemática, a generar pensamiento crítico, divergente y creativo; sin ello no es posible desarrollar investigadores capaces, autónomos, que busquen el desarrollo del conocimiento. Sin ello tampoco es factible lograr el cambio.

Las tesis y otras formas de trabajos finales de graduación representan un gran contrasentido académico. En ellas se pide a los estudiantes que realicen lo que no han tenido oportunidad de practicar durante su vida de discentes. Pareciera estar claro que el estudiante no aprende a investigar, pero ¿qué se indaga sobre la capacidad que tienen los docentes para enseñar la investigación? Con frecuencia ocurre que un investigador se forma al lado de otro investigador, imitándolo en su práctica (y quizás copiando también sus vicios). En general, los cursos de investigación son malos, si se evalúan en función de los resultados reales que se alcanzan con los estudiantes; la docencia de la investigación está muy pobremente desarrollada en el nivel de grado. A lo largo de las carreras se dan uno o más cursos de investigación, pero en ellos los estudiantes no aprenden a investigar, por el contrario, se favorece la idea de que investigar es algo aburrido e innecesario; con este orden de cosas, se descalifica la oportunidad de dar a los educandos una formación como investigadores para el futuro ejercicio profesional. Por otra parte, un buen nivel de investigación en el postgrado sólo puede alcanzarse si hay un desarrollo sólido en la enseñanza de la investigación en el nivel de grado.

La formación en investigación representa para el estudiante universitario una ocasión para que adquiera e incremente cualidades tales como la aptitud creativa, crítica y analítica, y también para que se desarrolle en él la capacidad de trabajar con disciplina, responsabilidad y autonomía, características profesionales que son deseables en todo egresado universitario.

Por otra parte, en la universidad se intenta generar la formación de un pensamiento independiente; sin embargo, durante toda la vida académica el estudiante n tiene ocasión de ejercerlo. Es claro que la investigación por sí sola no llena esta meta, pero no puede negarse que representa un gran estímulo y un excelente medio para alcanzarla.

Por lo tanto, una meta importante para un cambio cualitativo en la docencia universitaria está representada por una mejora sustancial en la enseñanza de la investigación en el nivel de grado. Para ello es necesario emprender una revisión a fondo de las concepciones de investigación que tienen los docentes, así como de los procedimientos que ellos ponen en práctica para enseñarla. En otras palabras, hay que investigar cómo se hace la investigación en el nivel de grado, y cuáles son las limitaciones reales que enfrentan los docentes y los educandos en la enseñanza y el aprendizaje de la investigación.

Desde luego, cae agregar que hay fallas institucionales y de política global que obstaculizan la enseñanza de la investigación. Tampoco están ausentes los prejuicios y las barreras menta1es que determinan a priori una tajante desvinculación entre la docencia y la investigación.

Sin embargo, dado el relevante papel que debe desempeñar el docente en la enseñanza de la investigación, pasaremos a reflexionar seguidamente sobre la formación del docenteinvestigador.



La formación del docente-investigador

El docente universitario, cuando investiga, lo hace generalmente sobre el tema de su propia especialidad profesional; no suele investigar sobre su práctica educativa, quizá porque considera que no tiene capacidad y necesidad para ello. En consecuencia, salvo para unos pocos, la investigación educativa sobre la docencia superior es un campo que permanece en gran parte ignorado para los propios profesores y las autoridades universitarias (Pinto y otros).

Por otra parte, la investigación profesión que el docente realiza no siempre tiene inmediatas repercusiones sobre su práctica educativa, dado que la investigación y la docencia marchan, por lo general, por canales separados.

Importa entonces encontrar formas operativas que posibiliten integrar el ejercicio docente con el de investigación. Sería, en otras palabras, que el docente enseñe investigando y que, a la vez, investigue enseñando. Una necesaria premisa e la que hay que partir es la de que el docente universitario debe aprender a enseñar investigación y a considerar su propia práctica pedagógica como objeto de estudio. Esto supone un enfoque interdisciplinario al abordar de manera crítica la práctica educativa; implica, asimismo, la adquisic ión de las bases epistemológicas, teóricas, metodológicas y técnicas necesarias para acercarse al objeto de estudio de la educación, a fin de producir nuevos conocimientos que coayuden a la resolución de los problemas que atañen a la enseñanza universitaria.

Al plantear que el docente investigue sobre su propia práctica pedagógica se le está pidiendo que reflexione, analice y critique los supuestos y fundamentos en que basa su enseñanza, así como los resultados que alcanza, medidos, no en función de los contenidos que enseña y reproduce, sino del aprendizaje autónomo y permanente que los estudiantes procesen.

De esta manera, se le ofrece al docente la adopción de una forma alterna de enseñanza que cuestiona la docencia tradicional, centrada en la reproducción de contenidos, datos e información estadística que no establecen vinculación con los procesos cognoscitivos de los alumnos, ni con la realidad en que éstos están inmersos.

En general, la formación del docente- investigador para la enseñanza superior tendería, de acuerdo con los académicos mexicanos Marín y Uribe (1987) a que los participantes:

  • indaguen y construyan marcos teóricos metodológicos y técnicos que les permitan el análisis de la educación y la práctica de la investigación educativa;

  • formulen y participen en proyectos y programas de innovación educativa en sus propias instituciones.

  • formulen y participen en proyectos de investigación relacionados prioritariamente con problemas relacionados con el desarrollo curricular, la planeación educativa, el aprendizaje y la didáctica, a partir de una metodología rigurosa, que no excluye la participación de los propios educandos.

  • generen y participen en programas de formación de personal académico, a partir del diagnóstico y del desarrollo de estrategias que involucren a los participantes en su propia formación.

Lineamientos teórico-metodológicos

La educación puede ser abordada desde distintos enfoques; tales enfoques representan paradigmas interpretativos diferentes de un mismo objeto de estudio, o sea, el hecho educativo.

Las diferentes interpretaciones del hecho educativo generan, a su vez, visiones y definiciones particulares referentes al ser humano, la sociedad, el conocimiento, la realidad, el aprendizaje y el currículo. Tales configuraciones conceptuales sirven para interpretar el origen y desarrollo del proyecto político imperante, el cual se refleja necesariamente, aunque no siempre en forma explícita, en una determinada configuración educativa.

De acuerdo con este análisis, pueden darse dos posiciones educativas claramente antinómicas que se reflejan en la práctica docente: una que tiende a la reproducción del saber y a privilegiar un aprendizaje hetereorientado y heteroestructurado, ya que se fundamenta en la elaboración del conocimiento como producto de la práctica y la reflexión del sujeto sobre su propio quehacer. Esta posición impulsa un aprendizaje autoestructurado, autonómico, elaborado por los propios sujetos cognoscentes, interactuando y reflexionando colectivamente.

De acuerdo con esta opción, la profesionalización del docente universitario se ve en la perspectiva de un proceso, por medio del cual el personal académico logra una formación teórico- metodológica para ejercer, estudiar, explicar y transformar su práctica educativa, así como para vincular orgánicamente dicha actividad con la investigación educativa en la docencia superior.

Un enfoque como el enunciado supera la visión simplista de la capacitación pedagógica de los docentes, cuyo énfasis está puesto en dotar a estos de un instrumental técnico para una mejor reproducción del saber. De esta suerte, en el enfoque dialéctico se concibe a la docencia como un acto de enseñar y también de aprender, el maestro y los alumnos se acompañan mutuamente en el descubrimiento del saber, en la toma de decisiones académicas y en la revisión del proceso de enseñanza- aprendizaje, entendido éste como un planteamiento alternativo a la opción de la docencia universitaria reproductiva.

El aprendizaje se conceptua como un proceso que ocurre dentro de situaciones grupales, en las cua1es se encuentran e interactúan los sujetos abordando el conocimiento de manera colectiva. Aquí importan los contenidos, el qué y el para qué de los mismos, pero se da un énfasis especial a los procesos de aprendizaje, así como a la manera de vincular el aprendizaje con el objeto del conocimiento y de servirse de este conocimiento para generar cambios y transformaciones en la realidad y en los propios sujetos cognoscentes. La situación de aprendizaje grupal constituye un medio y una fuente de experiencias por medio de las cuales se confrontan las ideas y se posibilitan el aprendizaje Para operar los procesos de interacción e intercambio se promueve la organización de núcleos o equipos de trabajo, los cuales se conceptual izan como las células que emprenden la búsqueda colectiva y construcción del conocimiento. La organización de grupos autónomos de aprendizaje se impulsa mediante la estructuración de talleres y seminarios en los cuales los participantes aprenden la tarea de trabajar colectivamente y a superar las limitaciones y deficiencias obtenidas de una práctica individualista de aprendizaje.

REFERENCIAS

Quriós Tito y Rolando Pinto. (1987). La Formación Pedagógica del Docente Universitario. en prensa San José. C.R. - Vicerrectora de Investigación. YYME DEDUN

Pinto Rolando y otros. Situación y perspectiva de la investigación educativa en docencia universitaria en la Universidad de Costa Rica V.C. – Vice-Rectoría de Investigación YYMEC-C.E.A. San José, C. R.

Martín y Uribe. (1987). Rev. Perfiles Educativos, Centro de Investigación y Servicios Educativos (CISE) UNAM. México.

 

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